miércoles, 27 de febrero de 2008

Acopio

De los boletos multicolores con posibilidad de capicuísmo, llegamos a las tarjetas de subte, grises, iguales y, a lo sumo, con alguna promoción de venta que nadie usa.
Una trayectoria triste y aburrida del material callejero para observar.
Sin embargo, cada vez más chicos (pequeños: de 4 ó 5 años) coleccionan esos carnets embólicos sin ningún tipo de sentido extra. Los juntan para lograr una cantidad apreciable que les permita tener "un toco", pero no pueden mirarlas ni intercambiarlas porque no dicen absolutamente nada.
Conste que yo he acumulado porquerías que luego, cuando me olvidaba, mi madre me tiraba discretamente lo más lejos que podía, pero hasta eso no he llegado. Tal vez, sea que la calle ofrece cada vez menos cosas potables para ser guardadas: no hay boletos, no hay cospeles, ni siquiera muchos árboles con flores. Y antes que juntar los horribles tickets de colectivo, que con el tiempo se borran y quedan hechos papeles sucios, la firmeza del cartón subterráneo tal vez les permita hacer algo. Algo como un castillo de naipes más endeble o un empapelado reciclado para su habitación cuando sus padres no los vean y puedan recluirse sin quejas.

domingo, 24 de febrero de 2008

Estela

Llegan con camisitas claras y tienen espaldas estrechas.
Con voz suave y pausada, solicitan un ejemplar remoto.
Esperan algo ansiosos y suelen olvidarse sus lapiceras.
Quieren una fecha exacta, fotocopian y se van con la hoja en mano.

Pero justo cuando una va a compadecerse de su vida gris y se pregunta si en esa fecha murió su novia de la adolescencia, salió Platense campeón o su perro peludo ganó un concurso de coquetería, llega el vaho.
Y toda idea piadosa corre espantada al medio de la calle.
Entonces, a mí no me queda otra elucubración que la siguiente:

¿Por qué no se bañan antes de venir a la hemeroteca del Congreso de la Nación a pedir la edición de La Prensa del 11 de mayo de 1937?

Un grito desesperado por la convivencia llevadera en un espacio público.
Se aceptan firmas de apoyo (de quienes no se olviden el bolígrafo y usen desodorante corporal por lo menos algunas veces por año).

miércoles, 20 de febrero de 2008

Degustación

Luego de comprobar, horrorizada, que se siguen vendiendo las galletitas que nos daban en el jardín de infantes:
insípidas,
de color mortecino,
con formas de animales redondeados
y con confites de miga
que sólo se podían deglutir con ese jugo de sabor indescifrable
que la maestra repartía en vaqueteadas jarras de plástico,

me di cuenta de que uno se hace grande cuando empieza a elegir galletitas aburridas (pero ricas, eso sí).
Habiendo paquetes surtidos, rellenas, de chocolate y bañadas, me decidí por un mustio pack de "lengüitas" porque son sabrosas para comerlas cuando tomo té. Aunque ahora las estoy sumergiendo en una taza con leche descremada.
Díganme si no hay nada más depresivo.

lunes, 18 de febrero de 2008

Rabioso

¿Por qué tantos muchachos con aspiraciones de culturosidad y sospechosa apariencia de leídos tienen el benemérito apellido "Erdosain"* en sus direcciones de e-mail? Estoy segura de que si el maravilloso Arlt resucitara, los despabilaría a patadas.

* El apellido del protagonista de Los siete locos.

jueves, 14 de febrero de 2008

Tipeos

Finitos, livianos, azules y como de silicona.
Tal vez cansados de que los usuarios transgredan la prohibición de chateo y escriban mucho en vano, en la Sala Multimedia de la Biblioteca del Congreso de la Nación los teclados son tan incómodos como insólitos, porque impiden el tecleo y cansan terriblemente los dedos.
Hasta aquí llegué recién, escapando de la posibilidad de esperar a mi demorática madre bajo el sol de la plaza, pero ningún refugio es del todo bueno. Eso lo estoy aprendiendo con las sesiones de Lost (primera temporada) que se han inaugurado en la casa mientras no lleguen los instaladores del videocable.
Mis dedos cansados piden, también, dejar de tipear como marineros (dejando un contacto en cada cyber) y volver a la fidelidad internetiana. Consideran, igual que yo, que el desafío del teclado de goma azul es una afrenta demasiado severa para la paciencia y la motricidad.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Karma

En algún post viejo (AnimalYiya) comenté las peripecias de la gata raptada que saltaba ceremoniosamente sobre el toldo de mi ex-vecina, con el consecuente ruido y el insulto posterior.
Parece que alguna extraña maldición ha caído sobre nuestros hombros con motivo de esos episodios, porque en la casa nueva hay un toldo gigantesco, setentoso, con florcitas naranjas, que por la madrugada se transforma en el ring de los gatos de toda la manzana. Se trenzan, saltan y ruedan por la pendiente haciendo sonar sus huesos y su fuerza animal por toda la extensión del techo plástico; así, logran que me despierte de un salto y pregunte, casi sonámbula, si ya llegaron los hunos.

lunes, 11 de febrero de 2008

Resistencia

1. Estar 10 días sin TV y sin internet es mucho más de lo que yo puedo soportar (lo de la TV me molesta más que lo otro, porque para lo segundo están los cyber).

2. Me anoté en un gimnasio que está a 10 cuadras de mi casa, pero las clases valen la caminata. Sin embargo (y rememorando el post "Ideas"), habría que dejar registrado que, en la primera clase, la profesora recomendó ir a ver la película Antes de partir, un bodriazo protagonizado por Jack Nicholson y Morgan Freeman. No entiendo por qué los buenos actores que hicieron papeles de malos, de locos o de crueles, cuando pasan los 65 años deciden hacer remakes de Camino al cielo, Mi papá es un ángel, Cocoon y todo eso: para ver esas porquerías, podemos sintonizar, en Volver, alguna telenovela de Andrea del Boca cuando tenía 8 años y listo.
Volviendo al punto central de este ítem, si no me hubiera bajado la presión varios minutos antes de esa recomendación cinematográfica, diría que estoy tomando muy en serio la cultura general de las instructoras de actividad física, una misión que, por otra parte, suele estar perdida.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Importante

Ah, me olvidaba: hay muchos bares de dudosa actividad urbana, con nombres setentosos y decoración kitsch, en los que no se vuelve apto entrar a pedir un cafecito, sobre todo si una está sola por esos lares.

GuiaT

Luego de transcurridos cuatro días en el nuevo barrio, resolví que era hora de hacer una entrada para el blog desde un locutorio, porque el revival de buscar locales de internet por las calles es una constante de las mudanzas. En estos días de transición, hasta que llegue la conexión hogareña, es cuando una se da cuenta cuan dependiente se hizo de varias cosas intrascendentes.
En estas 96 horas de estadía encontré:
- Muchos, pero muchos, negocios que venden inodoros como si fueran piezas de colección, exhibidos en vitrinas gigantes y observados por potenciales compradores que se colocan en posición de ángulo agudo, con la cabeza casi inmersa en la taza sanitaria y sus glúteos en alto, orondos y contentos, de frente a la vidriera. Los comerciantes, que saben, eligen una posición mucho más elegante: se sientan en la bañera o en el bidet que acompaña el juego. Por lo tanto, con sólo un vistazo se puede deducir quién busca y quién ofrece.
- Un gimnasio cercano cuya clase de gimnasia más publicitada se anuncia con una foto en la que salen varios alumnos lidiando con sendos steps. Si contamos sólo las personas que entran en el cuadro fotográfico, suman la edad de la Tierra. Ergo: no me queda otra que inscribirme en el maldito abono con aparatos. Me encanta que todos hagamos gimnasia, pero a este paso no voy a poder bajar nunca los kilos que gano sobre la base de harinas varias, mi perdición alimentaria.
- Un locutorio con internet en el que, apenas entré a la carpeta "Archivos recibidos" para guardar mi archivo, encontré varias fotos de muchachos lookeados como si estuvieran en el Harlem y señalando a cámara como los galanes jóvenes de la cumbia. Al final de esa sesión, una chica en topless, posando para una foto casera. Supongo que una involuntaria exposición de este estilo le habrá pasado a la protagonista de High School Musical, pero con las salvedades que impone estar, en este caso, 8 cuadras al sur de Avenida Rivadavia. En el caso de esta chica, quién sabe, tal vez la encuentre el sátiro que busca modelos para desfiles de TV y nosequemás (sí... el inmortal Hugo Campos). En fin, cuidado con lo que dejan en las carpetas de locales de Internet: me parece que es mentira que borran todo en cuanto suspenden la conexión del cliente.