domingo, 27 de septiembre de 2009

Voluntad

—¡Qué máquina infernal! La verdad, es impresionante, ¿eh?

Esta apreciación constituye el modo en que mi concubinovio Lucho decidió poner en su lugar a nuestro vecino post-adolescente, que se compró una moto 0km y decidió usar el pasillo común del ph como garage. A raíz de ello, surge la siguiente pregunta de domingo:

¿Por qué las mujeres siempre tenemos que ser las malas de la película, a la hora de ordenar las desubicaciones de la vida social que no elegimos?

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Menuses

Cuando anuncian, pueden salir airosos con "pizza", "champignones" (aunque también podrían decirle "champiñones"), "muzzarella" y hasta con "morcilla".
Pero, como en todo crimen imperfecto, flaquean en las idioteces. De este modo, los anfitriones de la casa de comidas de Eugenio Garzón y Mariano Acosta se deleitan al invitarlos a comer:
  • Choriso
  • Ravas
  • Rebueltos
Esto lo escriben, de manera oronda y orgullosa, en su pizarrón negro de la esquina.
Poetas gastronómicos de mi barrio.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Primamerda*

(Comienzo con una fórmula trillada de Insolada)

En días como hoy, me pondría a llorar en el medio de Av. Rivadavia.
Odio todos los "Día de...", porque siento que obligan a que uno la pase genial con un montón de gente en el mundo que se esfuerza para lo mismo, pero de diferentes maneras, todas contradictorias y contraproducentes. El resultado, obvio, siempre es horroroso:
  • Me puse la polera que niega mi descenso de peso. Polera, además, en un día primaveral.
  • Me miré en los espejos de baños de tres puertas, que multiplican el reflejo, y observé cuan poco me gusta mi perfil, poco anguloso y demasiado redondeado.
  • Mi hermana consideró que podía des-tratarme bien sin demasiadas contemplaciones; me enojé (tal vez de más) y renuncié al recital de una de mis bandas favoritas que, por supuesto, habrá sido genial.
  • El negocio de comida para La Negra, que no cierra jamás, esta vez no me abrió la puerta.
  • Por filantropía, le prometí a mi profesora de gimnasia que iría al nuevo horario de las 20 hs. para hacer el aguante y llenar con más adeptas el curso nocturno, pero cuando llegué 20:05, no había ido nadie y el salón estaba cerrado y apagado. Me había tomado un colectivo por 6 cuadras, para hacer más rápido.
Sin embargo, cuando volvía derrotada a casa, encontré la señal:

Si usted muere hoy, ¿dónde pasará la eternidad?
Si usted no está seguro, sintonice la emisora cuya frecuencia está indicada al otro lado de esta tarjeta.
(y al dorso...)
91.1 FM
¡Sintonícenos! EMISORA TOTALMENTE CRISTIANA

Eureka.


* El primer título que se me ocurrió es "Primaverga", pero me pareció un poco guarango.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Hongo

Los miércoles, por lo general, ceno sola en casa. Una excelente oportunidad para probar alguna receta nueva o una combinación gastronómica casi ilegal. La del miércoles pasado fue una tarta de calabaza con queso fresco y hongos.
Como sabrán quienes se encuentran cerca, conseguir hongos en los alrededores de Av. Rivadavia y Mariano Acosta, región de Flores(ta), es una misión complicada. Es por eso que me dirigí a la única dietética más o menos nutrida que estaba cerca, para hallar setas consumibles y con un cierto grado de seguridad alimentaria.
Esa dietética es atendida, alternadamente, por dos señores grandotes, uno más raro que el otro. Están casados (no entre sí, sino con otras personas), pero parecen nenes viejos de mamá. Movimientos torpes, hablar idiota y una mirada de incomprensión que agobia más que la multiplicidad de frascos y de paquetes de hierbas para el reuma. Porque, convengamos, las dietéticas de Flores(ta) no son visitadas por gente cool o con devoción por Sai Baba, sino por la tercera edad y aledaños que tiene gota, artritis, alopecía y otras maravillas.
Volviendo a nuestro tema, llegué a ese negocio y pedí hongos. Dado que no soy una experta en la materia, siempre considero que el que atiende una dietética sabe cómo preparar cada una de las cosas que vende. Algo sumamente estúpido, tanto como presumir que el empleado de la librería conoce el final de todos los títulos que hay en las estanterías. No obstante, pregunto:

—¿Cómo se preparan los hongos?
—Eh, así, que creo que se hacen así nomás, como están (?).
—Sí, pero creo que primero tengo que hidratarlos con agua caliente, ¿no?
—Eh, no sé, mi MAMÁ los prepara en la salsa... digo, no, mi SEÑORA, los tira así en la salsa. Yo no pregunto: como y listo.
  • ¿Tendrá el nene viejo de mamá una madre a la que, para no pasar vergüenza, hace pasar por "señora" frente a los clientes?
  • ¿Tendrá el nene viejo de mamá un grave problema con su esposa, a la que ha convertido imaginariamente en su madre?
  • ¿O será que el nene viejo no tiene ni madre ni esposa y, como el loco de Psicosis, tiene un muñeco que simboliza a su madre y un montón de pescado podrido para contarle a los clientes?

jueves, 17 de septiembre de 2009

Imitación

Las noticias que salieron sobre la muerte de Patrick Swayze me remontaron a los domingos de mi más salvajemente tierna infancia. Más específicamente, al "Yo sé" de Feliz Domingo. Porque la película de amor más conocida de Swayze, que tenía esa canción ochentosa tan pegajosa, era la consigna que los grupos de estudiantes debían imitar. Observando la coreografía, descubrí el paso más maravilloso del mundo y, a la vez, el más doloroso para la percepción de mi imagen.
Maravilloso, porque él la esperaba a ella con las manos entrelazadas y los brazos tensos, formando casi un ángulo recto. Ella corría desde la otra punta del escenario y, con la misma posición de sus brazos, encastraba en los de Patrick y volaba bien alto, formando círculos con su estilizado cuerpo recto.
Doloroso, porque mi pequeña humanidad concentraba unos 300 kg. de tara y pedirle a mi delgada tía que hiciera de Patrick Swayze en la terraza era algo más que peligroso. No logré volar como en la película y ahora, que mi peso se está equilibrando con mi altura, sigo siendo grandota y no da que solicite un vuelo a la Patrick Swayze. A menos que me encuentre con La Masa.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Papelera

Ciertas coincidencias me acompañan, como si fueran letanías, adonde quiera que vaya. Para que se cumpla lo previsto, lo que el destino me ha reservado, no importa la conjunción particular de circunstancias, la situación ni los condicionamientos: mi misión en este mundo siempre me interpela de las maneras más incómodas y agresivas. Es por eso que, a pesar de haber estudiado, de trabajar, de tener amigos y de haber raptado a La Negra, creo que nada de eso era mi función en la Tierra, sino otra actividad que, sin prisa y sin pausa, me demanda atención y acción:

REPONER EL PAPEL HIGIÉNICO

En mi casa, en la de mis padres, en la de amigos y también en lugares ajenos como un hostel o el baño del trabajo, siempre llego después del perezoso que terminó la última hoja de tisú y decidió hacerse el distraído. Arribo a ese ambiente privado, apresurada y dependiente del tualé (como toda fémina), pero tengo que suspender el impulso para salir, tranquila y superada, a buscar un maldito rollo de repuesto. Después de tantos años con el mismo azar fisiológico, decidí terapéuticamente que no es un problema de los vagos que me preceden, sino que se trata de mi cotidiano sacerdocio en pos del bienestar de la humanidad.
Y ahora me voy, que alguien salió de mi baño y seguro que debo misionar junto al inodoro.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Jelous

Ahora resulta que puedo mantener un diálogo básico, sin pretensiones, en inglés. No obstante, también me di cuenta de mis preparativos imprescindibles: el primer día en que me topo con gringos, me comunico como si fuera un yeti lanusense, con palabras sueltas y sin poder seguir conversaciones. El segundo día adiestro el oído tonto que me dio la vida y, el tercero, me tomo un par de copas de vino y le cuento, en inglés y a un grupo de franceses, cómo fue la evolución del peronismo en sus tres gestiones. Esto último, por supuesto, con la participación estelar de mi concubinovio Lucho, que se encargó de los anglocalificativos sin demasiado rigor científico, ésos que tanto nos gusta usar.
En cada rincón del país, siempre hay una oportunidad para destruir la historia argentina sin gastar dinero y sin moverse de donde uno está. Alcoholizarse para balbucear en otro idioma, o balbucear (en otro idioma porque uno está alcoholizado: that is the question.
Afuera, mientras escribo esto, un mexicano se ríe en castellano como un estúpido. No hay código desconocido, ni ebriedad autogestionada, que me pueda salvar de escucharlo.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Sofisticación

Y si hay algo por lo que parezco novata en cualquier lado, es por mi maravillamiento torpe frente a las muestras tecnológico-glamorosas del confort.
Desde la descarga de inodoro automática apenas uno se levanta, hasta las cajas bien diseñadas con aperitivos para viaje, pasando por los mecanismos virtuales de reservas y confirmaciones, en absolutamente todo lo que sea moderno yo parezco idiota. Por eso, en espacios donde el pertenecer es una excelente moneda de cambio, yo me gano las miradas más sancionatorias posibles, cuando trato de apretar la canilla sin saber que el agua sale cuando pongo las manos abajo, cuando me alejo espantada del inodoro porque viene una catarata de agua, cuando pregunto tres veces si de verdad no me falta ningún documento, o cuando consulto por teléfono —para que alguien me explique en persona— si lo que hice por Internet está bien.
Chips del siglo pasado, éso debe ser lo que tengo.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Abalorios

En una semana de estrés lobotomizante, como si todo lo que hay que hacer fuera poco, hubo una de esas fiestas a la que uno no sabe mucho por qué va y confirma su incausalidad de asistencia cuando tiene que volverse de ahí y falta 1 hora para llegar a casa.
Sin embargo, la pregunta estúpida no fue ésa —que no era, por cierto, estúpida, sino alertante.
La incógnita surgió durante los preparativos para ir al evento, cuando puse en cuestión una característica de mi apariencia que me acompaña desde los 10 años:

¿LOS ANTEOJOS SON UN ACCESORIO (a) O UNA PARTE MÁS DE LA CARA (b)?

Si la respuesta correcta es a), entonces estaré condenada a no utilizar aros con collares al mismo tiempo, porque mis anteojos ya me ocupan uno de los casilleros tolerables para portar adornos faciales. Aun así, siempre termino optando por el collar, porque utilizar mis orejas para dos tareas (sostenerme los aros y las patitas de los anteojos) me parece demasiado.
Si la respuesta correcta es b), entonces no me importa nada y me pongo de todo. Sin embargo, en cuanto me topo con la primera vidriera bien lavada, con un reflejo certero, me espanto y empiezo a descartarme la bijou en plena calle.

Sí, ya sé que muchos dirán que me deje de molestar y me encargue lentes de contacto de una buena vez. Pero cuando tengo que responder a eso, la respuesta suele ser b). Miopes del mundo, ¿cuándo organizaremos nuestra FashionWeek y marcaremos tendencia? Anteojos con vestidos de fiesta, con pijamas, en recitales y en baños de mar; "yo tengo un sueño", dijo Luther King (aunque no creo que haya sido por esto).