REPONER EL PAPEL HIGIÉNICO
En mi casa, en la de mis padres, en la de amigos y también en lugares ajenos como un hostel o el baño del trabajo, siempre llego después del perezoso que terminó la última hoja de tisú y decidió hacerse el distraído. Arribo a ese ambiente privado, apresurada y dependiente del tualé (como toda fémina), pero tengo que suspender el impulso para salir, tranquila y superada, a buscar un maldito rollo de repuesto. Después de tantos años con el mismo azar fisiológico, decidí terapéuticamente que no es un problema de los vagos que me preceden, sino que se trata de mi cotidiano sacerdocio en pos del bienestar de la humanidad.
Y ahora me voy, que alguien salió de mi baño y seguro que debo misionar junto al inodoro.
1 comentario:
todos tenemos una misiòn en esta vida!
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