domingo, 30 de octubre de 2011

Highlanders

Si hay algo que me asombra de la energía oculta de las casas, es la capacidad que tienen algunas cosas inútiles para no perderse nunca. Pareciera que, conscientes de su futilidad, se reservan un espacio disimulado para esquivar bolsas de basura, palas para recolectar polvo, y manos dispuestas a estrujar todo lo que no sirve y ocupa lugar. Hoy, en una rápida limpieza dominguera, encontré:
- Un calendario ilustrado del 2009.
- Una invitación a casamiento que data de un año y medio atrás.
- Una flor de metal, pintada, que se desprendió de algún anillo de dueño desconocido.
- Un blister de tafirol con un solo comprimido.
- Un monedero que era de mi abuela.
- Una tarjeta ilustrada de una tienda donde compré ropa hace mucho.
- Una bolsa amarilla de organza que adquirí con un fin seguro que ya no recuerdo.
Por supuesto, algunas de estas cosas fueron a parar a la basura y otras sobrevivieron, guardadas en algún libro, cajón o bandeja de la casa. Es que es imposible tirarlas todas juntas; hay que ser conscientes de su tenacidad.

viernes, 7 de octubre de 2011

Experiencia

En promedio, yo asisto dos o tres veces a un laboratorio de análisis clínicos hasta que finalmente reúno las condiciones necesarias para que sacarme sangre no sea un mero acto de vampirismo amateur, y el líquido obtenido pueda ser utilizado con los fines médicos previstos. Es así como horas adecuadas de ayuno, preparaciones varias, descanso indicado, insumos que debía proveer yo y no el extraccionista, etc., son cuestiones de las que suelo enterarme en vivo y en directo, con malhumor por la lejanía de la última comida, por viajar en hora pico, y por saber que me voy a volver sin la tarea cumplida.
No obstante, aún me encontraba incólume ante la última de las indignidades. Creía que, a pesar de fracasar como una idiota cada vez que tengo una orden de análisis, por lo menos volvía a solas con mi ignorancia y sin ningún factor colateral que acrecentara mi vergüenza. De este modo, la llegada a casa con un par de facturas culposas de membrillo permitían que el día empezara en serio, y que no quedaran rastros de mi trayectoria de perdedora. Hoy a la mañana, no sólo me enteré de boca del personal a cargo que "los 75 gramos de glucosa los tenés que traer vos", "tenés que cumplir 12 horas de ayuno y no 8", y "como atendemos de 9 a 11, aunque hayas llegado 9,30 no te podemos atender". No. También tomé conocimiento de otra cosa, humillante, vomitiva y que extrañamente no me había afectado seriamente (hasta hoy) en mi vida:

Los frascos estériles para análisis de orina no son herméticos. No hay que llevarlos en la cartera.

Ahora, como mínimo, espero que todos los hermanabos que han caído en el mismo error me abracen luego de lavarse las manos y la ropa. Desde este día, yo también formo parte de esa cofradía del asco.

domingo, 2 de octubre de 2011

Amor

Hay momentos en los que los hombres deberían agradecer que su pareja no es asesina serial, porque muchas veces parecen colegialas espantadas, con remera mojada y sin soutien, que corren justo en la dirección donde van a encontrar a Jason. Hoy, luego de una sesión incontenible de reproches sobre las lealtades desequilibradas y en un momento donde disfrutaba del silencio y la concentración, viene él y me dice:


- ¿Te animás a ponerme este arito?
- ¿Eh? ¿Un arito? ¿Tenías agujerito en la oreja?
- No, por eso te lo pido; éste es un abridor y está lindo, chiquito, no?
- ¿Puedo saber quién te dio ese arito?
- Luis, que se puso uno y me dio el otro, diciéndome que como amigos que somos correspondía que usara el otro arito. ¿Me lo ponés? Acá tengo hielo.

De más está decir que califiqué de manflora, infantil y altamente inoportuna esa demanda. Desde que tengo 9 años que no juego con ninguna amiguita a la media medalla, y este pedido afrancesado de mi pareja presuntamente heterosexual me hizo confirmar mi idea sobre el opacado enamoramiento que los hombres tienen con sus mejores amigos; muchachos, alguna vez tendrán que asumirlo, y así tendrán la saludable costumbre de ponerse los abridores entre ustedes.