miércoles, 24 de junio de 2009

Embajadora

Cuando querés conectarte con lo más terrenal del mundo, suelen suceder las conexiones cósmicas que te llevan para otro lado. Algo así como esperar el 180 (x155) durante 3 horas y media y, luego de evaluar que tal vez no venga jamás, tomarse un colectivo para el lado opuesto y enganchar el tren con destino a una estación por la que pase otro ómnibus adecuado para el destino elegido.
Algo así me pasó cuando sintonicé mi programa favorito de Crónica, el que conduce Anabela Ascar, y la entrevistada era Susana Romero (ex chica Olmedo y actual cultora del new-age cristiano, con página web y todo). En pocos e invalorables minutos, aprendí muchas cosas, a saber:

"En el tercer mensaje que recibí de Jesús*, me dijo que un cuarto de la población iba a desaparecer del planeta. La gripe porcina y las tragedias como la del Airbus me están dando la razón".

"Si la gente leyera y se informase, se enteraría de que tenemos que prepararnos para una mudanza cósmica**. Si bien muchos afirman que tendremos que trasladarnos en serio a otro planeta, yo, por lo menos, creo que tendríamos que hacer una mudanza álmica".

"Hay otros mensajes que me llegaron, pero no puedo decirlos".

Si van a la web, el hit es la experiencia sobrenatural con el cantante meloso Jesús A. Romero, pero no hay mucho más para entretenerse. Iba a escribirle para preguntar si en el próximo planeta que habitaremos hay panaderías, pero decidí que quiero sorprenderme cuando ya sea demasiado tarde.

* Es decir, tuvo otros dos mensajes previos y ninguno le avisó de la importancia de la medicación psiquiátrica a tiempo.
** Justo ahora que instalé la salamandra.

martes, 16 de junio de 2009

Parrilla

Estar atenta a los sucesos cotidianos (valga la contradicción) que pueden nutrir este blog, también obliga a pensar cómo se incorporarán a cada uno de los posts. Es decir, cómo lograr que la pavada que otrora pareció interesante y publicable no agrave, con su exhibición virtual, mi imagen de idiota.
Es por eso que hay muchas cosas para las que no encuentro redacción adecuada, pero creo que vale la pena consignarlas. Entonces, aquí van todos los episodios o informaciones que no tuvieron su post por limitaciones de la autora, mas no han sido olvidados ni mucho menos desvalorizados.

- Paola, una de mis hermanamigas, me contó que cuando creman a una persona no te dan exactamente sus cenizas, sino que juntan una pala llena de ese material, lo vierten en un cofrecito y lo dan en forma simbólica. Por supuesto, eso me sorprendió demasiado mal y me hizo ver cuan inútil es programar cualquier cosa para después que una extienda su extremidad.
- Una compañera de trabajo, hace algún tiempo, me pidió que consignara en el blog (no sé con cuáles fines, tal vez los de la solidaridad femenina) que trasnochó con un sujeto bien pertrechado y que no le gustó nada. Todavía no supe cómo registrar esto de una manera amena y discreta.
- La extraordinaria autoestima de Zulma Lobato, a pesar de las pruebas evidentes.
- Tengo dos parientes muy especiales: uno/a será asesino serial y, el/la otro/a, esquizo.
- No puedo abrir las bolsas de nylon que dan en el supermercado.
- Trabajé un (1) día con un periodista muuuuy famoso pero asqueroso como pocos y me volví llorando en el tren hacia Lanús. Nunca más volví, nunca más llamé ni avisé de mi ausencia. Por supuesto, no se notó.

sábado, 13 de junio de 2009

Música

Cuando llegás tarde, es viernes y estás cansado/a, a veces no queda otra opción que exponer el hígado en una fonda de Flores, a cambio de un exiguo menú y precios algo discutibles (pero no mucho, dado el remanente de energía con el que se cuenta).
Si bien pensaba que tendría que afrontar:
el aceite con el que se fríen los alimentos,
la insuficiente ventilación del lugar,
la posibilidad de que no hubiera nada de lo pedido por lo avanzado de la noche,
la certeza de que caería a regañadientes sobre una milanesa a pesar de mi pretendida renuncia cárnica,
la tardanza con la que nos iban a servir en virtud de lo tarde que llegamos,
la ensalada mustia que me iba a comer,
lo rápido que nos íbamos a ir
y lo solos que nos íbamos a quedar en la parte menos glam de Av. Rivadavia, no tuve en cuenta la siguiente variable:

—¿Se escucha, se escucha? Uno, dos, tres, probando.

Un grabador en la estantería del bar (grande como cualquier comedor en un departamento de 2 ambientes), tres grupos de personas que, en sendas mesas, esperaban con júbilo y un pseudo cantante vestido con pantalón náutico (bien '90) que probaba un micrófono maula que, pese a mis plegarias, decidió funcionar.
La tiranía del cantante de bodegón o fonda se hizo presente en su versión más cruda. Tuvimos que escuchar una selección de Cacho Castaña, Sandro y Nino Bravo, matizada con estribillos escuchados en el programa de Tinelli (uf), la exhibición del hueco donde debería haber un diente —realizada por el artista, a modo de gracia—, la dramatización de un encuentro hot entre el recién mencionado y una señora en llamas que había decidido raptar al cantor (ojalá se hayan ido lejos), una original sugerencia sexual consistente en ubicar el micrófono en diagonal a la altura de los genitales y un estribillo de murga, entonado por una comensal murguera (ya charlamos sobre esto), con la melodía de Café La Humedad.

Encima, los que pagamos fuimos nosotros.
La tiranía del cantante de bodegón, que amerita transformarse en categoría, es una de las plagas que asolan a Buenos Aires de noche. En cada restaurant que parece ameno, familiar y económico, el tercer tenedorazo hambriento sufre el embate de un acorde de guitarra que anuncia la pesadilla. Después de eso, Naranjo en flor a los gritos en el oído, Si te agarro con otro te mato en clave seductoragresiva o Libre a la hora del flan, son sólo formas de un mismo fenómeno espeluznante.

miércoles, 10 de junio de 2009

Batalla

Cuando, en una reunión, critico a Menem como el delincuente que desmanteló el país, afirmando también que no puedo creer que vaya al pasquín de Tinelli y le pregunten "Dr., ¿usted va a ser candidato en el 2011?", y como respuesta obtengo el silencio y/o el vacío, inmediatamente me siento en territorio enemigo.

miércoles, 3 de junio de 2009

InfelizMente

Aunque el devenir hizo que durante un tiempo le reste atención a esas pistas, leer a M. en sus avatares cinematográficos me hizo acordar de un personaje que, en mi trabajo tradicional, se revela como un garca. No hay otra palabra más fina para describirlo: "garca" concentra un significado que aúna muchas palabras del diccionario, así que la elijo para mi indignado retrato.
Paso a explicarme.
El medio de transporte utilizado por los periodistas suele ser el autogestionado: colectivo, subte, auto particular o taxi, si realmente llegaste a la Meca de las editoriales y tu paga periódica así te lo autoriza. Es por eso que la mayoría de los periodistas mortales optamos por el transporte público, que es el único que puede garantizar redituabilidad (¿se dirá así?) a tu trabajo. Sin embargo, existe alguien que sí tiene asegurado el taxi pagado por la empresa, y ése es el fotógrafo, dado que lleva un equipo que los jefes jamás quisieran reponer, ni actualizar y, se podría decir, ni siquiera haber comprado, pero su escaso sentido común todavía les habilita la idea de que las ilustraciones del entrevistado quedan un tanto policiales en las notas.
Ahora bien: el fotógrafo se cree la reina del corso y te lo hace saber.
Disfruta con el hecho de que lleguen a la misma hora, pero vos en colectivo y él en taxi. Goza con la sensación de irse un rato antes y no esperarte con el único y patético fin de dejarte en banda. Llega al orgasmo laboral con un simple "no, no puedo acordar con vos para la nota en Zárate, así que tenemos que ir separados" y su satisfacción garca no le permite pensar que por quien están pagando el auto no es él, sino la cámara. Sin embargo, es el primero en saludarte con énfasis, en gritar tu nombre desde la ventanilla del taxi en el que jamás te invitó a viajar y en irse, omnipotente y superado, con su solidaridad en estado de coma 4.
Fotógrafo, un día los periodistas te vamos a encontrar en una parada de colectivo, esperando algo ansioso y con ganas de llegar pronto. Para ese entonces apocalíptico de tu persona, más te vale que hayas aprendido a rezarle a la deidad.