lunes, 30 de noviembre de 2009

CBC

La falta de foco debe ser por la emoción que le suscité a la cámara.


sábado, 28 de noviembre de 2009

Descendente

Crónica de la caída de la bolsa

Estar problematizada por el tonto asunto de la gata intrusa en la terraza
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Trabajar lo pactado por ese día con cierta dispersión
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Descubrir que el alimento de la gata oficial había mermado del todo
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Decidir que el asunto debía solucionarse en ese momento, alrededor de las 13 hs
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Ponerse la pollera que una usa cuando no sabe qué ponerse: una vieja pollera de jean hecha con un pantalón que Virginia, mi abuela, me había comprado "tres talles más grande", así me entraba seguro y no había que ir a cambiarlo.
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Reconocerse un poco dormida y algo aletargada
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Visualizar que el señor del negocio del alimento balanceado estaba cerrando, poco a poco, la puerta del emporio
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Decidir que, aunque va contra mi religión, podía correr un poco para no obligarlo a abrir la puerta de nuevo
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Trotar torpemente con las piernas constreñidas por la pollera
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Enganchar con la punta de la zapatilla una maula baldosa levantada
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Sentir que se vuela en diagonal, orientándose hacia abajo
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Como siempre, saber que no haré nada por impedirlo porque me caeré igual. Lo que importa ahora es el después (mudanza o cirugía estética facial para debilitar las anécdotas del barrio, excusas de des-abducción ovni que me devolvieron de un golpe a la Tierra, etc.)
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Derrapar sobre la vereda rota, rodando y tratando de recordar qué bombacha me había puesto, porque se estaba haciendo visible en ese mismo instante
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Definir que no era la prenda que más me hubiese gustado pero que tengo otras peores, justo mientras me doy vuelta y quedo de espaldas sobre el piso, deseando que el mundo siga y que yo me levante cuando se haga de noche.
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Un agujero sin piel en la palma de la mano ("la herida del pelotudo", según mi hermana) y un raspón amoretonado en el costado de la rodilla ("¡qué frutilla!", según mi hermana).

martes, 24 de noviembre de 2009

Atrincherada

Reina: por favor, no le des de comer a la gata. La echa a la Negra, que ya no quiere salir a la terraza, y Gaturro entró y nos cagó el cantero. ¡Esto es una invasión!

Hace una semana, una gata chiquita, negra y peluda llegó hambrienta a mi terraza. Parece que los felinos huelen mi hospitalidad y yo, desprevenida, nunca puedo negarme. Así que le compré otro alimento balanceado, distinto del que nutre a la Negra (para que no se lo coma ella), y todos los días le dejé un montón en el piso de la terraza.
Nada podría haber sido menos indicado.
Vino su novio Gaturro, que es el gato machucado y siempreencelo de mi vecino —el que tiene un hijo que estaciona la moto en el pasillo de mi ph—, y también se anotó para la comida diaria. Cuando me retrasaba un poquito, él decidía irme a buscar directamente al interior de mi casa, mientras ella maullaba con un sonido terrorífico a través de la ventana. La Negra, poco a poco, desestimó salir a la terraza y los mira a ambos desde lejos. Ahora, llegué a casa y todo huele a pis de gato (colonización biológica) y ella, la gatita negra, grita y grita cada vez que escucha mi voz. Para que vean el nivel de mi desolación, transcribo lo que ahora mismo estoy conversando con mi amiga Magui.

(Laura) insolada.blogspot.com dice:
mag! la gata negra a la que le empecé a dar de comer está llorando en la terraza
lucho me dijo expresamente que no la alimente porque hacen desastre
tengo la casa llena de olor a pis de gato, la gata llorando y yo en silencio para que no me escuche
creo que voy a enloquecer
M@G... dice:
jajajajajajajaja
si, es enloquecedor
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
me da mucha pena
M@G... dice:
por qué no probás con darle de comer en otro lado? como en la vereda?
llevarla hasta ahí un par de dias
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
porque no la puedo sacar de la terraza
M@G... dice:
¿pero si la vas llamando y llevando no se puede?
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
voy a intentarlo
pero eso significa que la dejo en la calle
M@G... dice:
por ahí se acostumbra a comer en la vereda
y vuelve ahi para comer
aunque sea unos dias hacé eso, como para que cambie la costumbre
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
sí, lo voy a hacer ahora
M@G... dice:
ok, contame cuál fue el resultado
(...)
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
volví

no estaba
sólo el molesto gato del vecino
que tiene casa
M@G... dice:
ja! entonces mejor todavía
(Laura) insolada.blogspot.com dice:
si viene mañana, la saco a la calle
voy a resistir



Ya llamé dos veces a mi concubinovio para decirle que mi situación es harto difícil, porque no puedo resistir que alguien tenga hambre cerca de mí y que me lo manifieste de ese modo. Él me contestó que no es "alguien" sino "un animal", y que si le vuelvo a dar de comer va a tener que tratarme como una borracha que no aguanta la tentación de la botella.
En fin, si alguien quiere una gata negra, pequeña y asustada, harán la mejor obra de su vida. Si no, calculo que dedicaré un par de sesiones de terapia para superar esta tendencia irrefrenable de proveer y salvar animales por doquier. Mientras tanto, sigo en silencio, calculando que el tipear del teclado sea lo bastante anodino como para que ella no sepa que yo estoy acá todavía. ¡Ssshhh!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Sonoridad

Odio a los que difunden su música insoportable en sus celulares último modelo a bordo del colectivo. Pero ése es un rechazo moderno, propio de la tecnología avasallante. Tengo otro odio mucho más artesanal e insoportable, que se actualiza en cada viaje de transporte público: detesto con todo mi ser los ruidos a besos.
Sopapas, pitidos, sellos, mmmmhhhhs, smacks, plops y otras onomatopeyas o sonidos indescifrables que me enojan de manera sublime. Lo peor (hacía mucho que no escribía "lo peor"), es que siempre se trata de parejas que casi no hablan, o que sólo se comunican para debatir acerca de esos mismos besos pegajosos, sonoros y totalmente desestimulantes, con comentarios al estilo de "no me muerdas", "ah, ¿así que creés que ya tuviste un beso como éste?" o "mejor no hablar de eso, besémonos".
Ayer me acordé de cuánto me molestaba ese ritual amoroso cuando elegí uno de los asientos que más me gustan (el último de la fila larga, al lado de la ventanilla) y, en el otro extremo, una pareja no paraba de smackearse y de hablar frases de sólo 2 ó 3 palabras por vez. Rememoré, también, un viaje atestado en la línea E en hora pico, bien temprano, cuando se subió una pareja en la que ella se hacía la profundamente dormida, se acostaba sobre él 2 segundos, los otros 2 segundos lo besaba (con ruido, obvio) y los 2 segundos siguientes volvía a hacerse la dormida. Así, ininterrumpidamente desde Virreyes a Bolívar, a 10 centímetros de mi cara.
Sí, yo también tengo raptos de viejachotismo. Y a mucha honra.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Reivindicación

—Laura es la chica más copada del curso porque es la que piensa más parecido a un hombre.

Machista, cuadrado y desubicado, pese a todo entendí que mi compañero de secundaria intentaba esbozar un halago. Halago que, muy lejos de convertirse en un piropo, me dio la pista inequívoca, dolorosa y sin regreso de que no tenía ninguna posibilidad de conquista entre mis convivientes escolares, y que "ser copada" me hundía en el fango mortal de las "amigas que ayudan a engancharme a la más linda" (algo que jamás accedí a hacer, claro).
Ayer me acordé de esa pretendida delicadeza, que en realidad me había arrojado al paso del Roca diesel, y me imaginé liderando un reencuentro de todas las que no levantamos a nadie durante la secundaria. Porque la ecuación es sencilla e indirecta: los bombones de la escuela nunca tuvieron que hacer nada para mejorar o hacerse presentables. Ni el gimnasio, ni la dieta ni la búsqueda extenuante de alguna prenda que quedase bien fueron condiciones para su existencia adolescente. Por lo tanto, es de esperar que esas artes no hayan sido aprendidas por ellas. En cambio, las que tuvimos que remar apariencia y presencia de los 13 a los 18 años, adquirimos ciertas herramientas que nos darían mejores posibilidades en el caso del retorno.

Por lo tanto,
abogo por terminar con la falsedad de "chicos, juntémonos porque hace 10 años que egresamos" y, en cambio, organizar alguna salida revanchista, competitiva y muy poco constructiva, de ésas que tan espontáneamente supimos hacer y nos han regalado a montones. Eso es un revival en serio, un reencuentro rockero.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Codicia

Cada día la quiero más.
Mi profesora de gimnasia —bien conocida por todos ustedes— tuvo hace 2 años, aproximadamente, a su primera hija. Durante el embarazo, engordó 20 kilos que bajó después del parto, sin prisa y sin pausa. Ahora, quedó joya nunca taxi. A partir de este estado de situación es que le contaré la genialidad que sigue.
Cuando comienza septiembre, el gimnasio que poblamos las perennes (que vamos todo el año) se va llenando de asistentes-golondrina. Las golondrinas llegan en verano para hacer abdominales y, al asomarse el otoño, huyen sin rumbo conocido. Con frecuencia, la autoestima de las golondrinas es más elevada que las de las perennes, porque mientras ellas se pueden permitir creer que "ya está bien" con tres meses de gimnasio, nosotras creemos que nunca es suficiente. La autoestima tonificada de las golondrina se verifica, también, en sus conjuntos de gimnasia relucientes y modernos, en su maquillaje recién aplicado y en cierta actitud displicente que las inspira durante toda la hora de movimiento.
Un día, mi profesora de gimnasia comentó sus avatares para adelgazar y una golondrina, mirándola de arriba abajo, le dijo:

—¿Bajaste 20 kilos? ¿Y quedaste "así"?

Decir "Candyman"5 veces , recitar la cifra oculta del Averno, o confesar que tenía un cañoncito con dulce de leche en el bolso, le habría resultado menos explosivo.
Mi profesora de gimnasia se bajó los pantalones, mostró sus glúteos en tanga y al grito de "Este culo no lo vas a tener nunca", se paseó por todo el salón.
Ese día, le juré amor gimnástico eterno. La golondrina, en tanto, decidió que el clima había refrescado de golpe y no volvió más.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Blablablá

Siento presente una neblina mezquina
que se abre paso empujando insolente
contaminando con el seño fruncido
envenenando el aire del ambiente.
Tengo un container de basura en el pecho
que va llenandose lentamente
como un sahumerio que apesta la casa
con el horrible olor de la muerte.

(...)

Sin embargo hace tiempo
derrochabas alegrias por ahi
eras fruta deliciosa
hoy sos manzana arenosa.
Tienes que aprender a controlar tus emociones negativas
andas siempre por la vida protestando
como si la vida te debiera.
Para las arrugas te conviene cambiar esa cara fea
no andes siempre por la vida protestando
como la vida te debiera
más que la magia del momento y del lugar
coordenada espacio temporal
en un mundo material,

lalalalalá
"Emociones negativas", Jorge Serrano, Alamut.
Para dedicar a los viejos amores, a nuestros pasados y a lo que fuimos alguna vez, pero ya no.