tiene una gaveta inferior "para hacer las compras",
una perilla que se acciona con el pulgar "y permite que cierres el coche con una sola mano",
una capota que se cierra hacia adelante o hacia atrás "para que veas al bebé mientras lo llevás, si querés",
cuatro ruedas hiperlivianas "para doblar en las esquinas con total facilidad"
y, por supuesto,
el recipiente de plástico hipoalergénico "donde podés poner monedas".
De más está decir que los negocios de este tipo deberían estar acondicionados de igual modo que los sex-shop: vidrios polarizados, discreción absoluta y, para el caso específico de cochecitos, huevitos y sillas para comer, un cuarto alejado donde entremos uno por uno para estallar vergonzosamente de alegría ante todas las cosas que, hoy, nos parecen imprescindibles y ayer ni sabíamos que existían. Sólo así será posible volver al barrio y encontrarse con los amigos sin tener conflictos existenciales.
2 comentarios:
hermosa!!!
falta poco, qué lindo, qué ansiedad de tía me da...
Se viene se viene el estallido!!!!
(M)
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