viernes, 26 de agosto de 2011

Practicidad

Ayer, en la línea E les tocó el turno a los conductores parsimoniosos, de ésos que están decididos a llevar adelante la revolución y no llevar a sus pasajeros al trabajo, a sus compromisos familiares o a las obligaciones que deliberadamente han impuesto sus jefes. Por eso, para que nos diéramos cuenta del inmenso gesto de voluntad política, el enviado para nuestra formación caminó a velocidad crucero roto por el andén, hasta llegar al primer vagón. Pese a que me contenía con estoicismo, me senti estallar de indignación cuando entró por la puerta del medio a saludar a un conocido, salió al andén y volvió a entrar por la puerta del extremo para ingresar a la cabina de conducción.
Es decir, entró por el medio, salió y volvió a entrar al vagón 2 metros después.
Me hizo acordar al chiste del ladrón tonto que hace un boquete para entrar al negocio y otro para escaparse.

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