martes, 22 de diciembre de 2009

Altruismo

La famosa reflexión de fin de año suele llegar aunque no se quiera. A veces, parece una inspiración repentina, pero en otras ocasiones eso imprevisto se parece más a una patada en el medio de la frente. Así le sucedió a una escandalizada señora que veía ir a su auto, enganchado a la grúa, porque había tenido la desafortunada idea de estacionarlo en Av. Rivadavia a la altura de Primera Junta. Si lo hubiera incrustado en el pico del Obelisco, hubiera pasado más desapercibido, pero cada uno hace su instalación artística donde le queda bien. Diálogo entre la conductora en falta y policías que acompañaban el procedimiento, mientras los cazadores de tránsito cargaban el vehículo:

Señora: ¡ay, no, pero no puede ser! ¡Mi infracción es menos infracción que otras!
Policía 1: no importa, señora, es una infracción.
Señora: no puede ser que se lo lleven, si no fue nada tan grave. Mi problema, mi problema, es que...
Policía 2: a ver, ¿cuál es su problema, señora?
Señora: no, oficial, no es MI problema. Es UN problema que tenemos TODOS, creo yo. Escuche...

Moraleja:
Si es un problema que nos quiere regalar a TODOS, seguro que es SUYO y de nadie más. Si un argentino, tan afecto a considerar que SU problema es el más grave y acuciante de todos, se vuelve generoso y decide compartir sus penurias con los DEMÁS, creyéndolas parecidas y coincidentes, huyan a toda carrera: lo más seguro es que pierdan hasta el ánimo en esa extraña comunión de inconvenientes regalados.

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