jueves, 28 de agosto de 2008

Untable

El título de este post se debe a que su contenido se parece mucho al tipo de textos que escribe mi hermanamiga Daria en Mermelada y Manteca, sólo que ella puede transmitir mucha más emoción y yo no puedo despegarme del bizarrismo. En fin, zapatero a tus zapatos y va a continuación.

Como siempre que abro el pote de arroz con leche Tregar, industrializado y supermercalizado —lo que haría de ese postre casero una suerte de herejía—, no puedo evitar el precioso recuerdo de la cacerola de arroz con leche que mi papá me dejaba debajo de la almohada para que yo, luego de lesionarme otra vez la cabeza al arrojarme sobre la cama (es una de mis especialidades autodestructivas), me alegrara de manera fanática, a la 1 de la madrugada, por el delicioso banquete que me había regalado.
La muestra cotidiana sobre un horror de seguridad alimentaria que ponía muy feliz a una niña.

4 comentarios:

Andre dijo...

Jajajajajajajja!!! Escribiremos distinto, seremos diferentes y todo lo que quieras .... pero déjeme decirle una cosita ... así de Mermelada y manteca a Arroz con leche .... q el morfi nos une ... nos une, de eso no cabe la menor duda!
Jajajajajaja!
Besote!

Cameron West dijo...

Nunca me gustó el arroz con leche... y a todos mis amigos si... me parece que mi vieja lo hacía para la mierda....
Nunca volví a probarlo.

Anónimo dijo...

Me diste hambre, me voy a comprar arroz, leche y una cacerola 8que no tengo) y vuelvo.

Saludos

Anónimo dijo...

Jaja delcaro oficialmente que mi padre me regalaba "gomitas de colores y verdes" en bolsas tamaño oficio -que mi madre odiaba con su alma-.
Hace pocos años nos enteramos que en grande scantidades dichas golosinas son altamente dañinas.
Todos pensamos al unísino "AH!, con razón Magui estaba tan limada"
Jaja!