Quisiera llegar a la entrada número 100 mientras aún vivo aquí, pero es una tarea más entre muchísimas otras para las que no alcanza el tiempo: mudarse, estudiar, trabajar, ordenar, dar de baja a los servicios que no le interesarán al futuro ocupante y ver qué pasará con nuestra próxima morada.
Y el tiempo que le dedico a esas cosas, hoy, es inversamente proporcional a la cantidad de horas que le destino a la dispersión y a las conversaciones por teléfono.
Muy mal.
Siempre lo mismo.
Me voy a empacar, embalar, envolver, etiquetar y a evaluar cómo mudar subrepticiamente a la minina que nos acompaña desde hace un año.
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