¡Maldita sea, falló!
Mi complot silencioso, individual y anónimo contra los lockers de supermercado chino ha fracasado.
Hace 2 meses tengo la llave del compartimiento N° 2 del megautoservicio de Magariños Cervantes donde guardé —burlona, yo— una botella de agua, medio llena, porque había regresado de gimnasia.
Como la llave creo haberla perdido en mi berenjenal de papeles y cosas inútiles, todos los días pasaba delante del locker 2 y observaba, triunfante, el secreto del que yo sola tenía la información certera.
Pero hoy me desengañé. Parece que tenían otra llave. El locker estaba abierto. Alguien se llevó la botella.
Encima, como si no me hubieran humillado bastante, me dieron un almanaque del 2008, hecho con un papel berreta y una imagen horrible, que ni siquiera tiene el aro en el borde superior para colgar... como si supieran que no existe ningún otro obsequio útil que odie más que los almanaques (aunque seguidos de cerca por los relojes, algo de lo que mi madre no se ha enterado aún, porque en cada mañana de Reyes me sigue reservando un maldito cuentatiempo).
2 comentarios:
Ja! Problemas con el tiempo? Naaahhh!!! Pa´nada!
Dos meses una botella de agua oculta en un locker chino... uhmmm.
Es un buen tiempo para ocultar restos corpóreos y poner pies en polvorosa.
Para pensarlo.
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