—Mmmmh... ¿vos te cortaste el flequillo sola, no?
Ellos ya saben la respuesta, obvio. Y mi sinceridad al responder "sí" puede tener dos consecuencias: a) tijeretazos vengativos para que vea quién tiene la sartén por el mango; b) un dejo de desprecio de "ves, por eso no te va a quedar igual de lindo que antes, porque vos te lo arruinaste en el baño de tu casa". Por eso lo disfrazo con un cobarde "sí, la verdad es que no tenía nada que hacer y...".
¿Hasta qué punto los peluqueros quieren a sus clientes o, como los ciegos de Sábato, en realidad forman una conspiración basada en el resentimiento?
Mi cabellera quedó bien, pero siempre me queda esa duda: si, para ellos, soy una entidad absolutamente insoportable o un vaya y pase. De más está decir que, en el caso de los/as clientes/cabezas que quieren decir chistes y mostrarse pizpiretas en la silla giratoria de la entrega, la opción siempre debería ser la primera, porque los demás clientes/cabezas lo estamos pidiendo a gritos, aunque el ruido del secador nos quite volumen (auditivo).
1 comentario:
apoyo total y absolutamente el autocorte frente al espejo del baño. Lo practico hace años y, a pesar de algunos intentos fallidos que dejan al espectador con cara de "no te quedó tan mal", cada vez me animo más y me alivia mucho el cliché peluqueril "total el pelo crece". Y es más, ayer sábado tuve mi último raid, resultado: un carré desmechado con flequillo Araceli, pero sin la silueta de Araceli.
Publicar un comentario