lunes, 26 de septiembre de 2011

Ofertón

Aquí están, éstas son, las 6 cosas obvias que le suceden a una embarazada durante un viaje a Río y que, por ende, le ocurren también a sus compañeras de viaje:
1. La gestante es el peor señuelo del mundo para que sus correligionarias logren alguna conquista amorosa, de ésas que tanto se pregonan cuando una dice "me voy a Brasil". Así es como todas las promesas que le habían formulado a mis amigas, del estilo "uy, todo lo que vas a pescar", "cuidado con la sobredosis de garotos" y demás, se transforma en un mito doloroso de tan falso, gracias a mi presencia en cada excursión diurna o noctámbula.
2. La gestante, a su vez, nunca es objeto de la proverbial piropeada carioca, por la sencilla razón de que los brasileños —que no ahorran energías en lijarte con la mirada de pies a cabeza— detienen su recorrido a la altura de mi diafragma y se dan vuelta con espanto. Claramente, en este momento, soy la peor inversión que un integrante del grupo masculino pueda hacer en su vida, y hay partes ineludibles de mi anatomía que les prometen la bancarrota y la tristeza sem fim.
3. El momento de comprar alcohol en equipo o desbarrancar a puro caipirinhazo se ve interrumpido por una presencia: la mía. Sería inútil cooperar económicamente con el emprendimiento, si el propio espíritu no puede embarcarse en la aventura. Después de todo, no hay nada peor que emborracharse sola y tratar de sintonizar con la pretendida alegría carioca (que NO existe) a fuerza de vasos aislados comprados por propia iniciativa.
4. La pelea divertida pero sin pausa sobre quién debería tener la cama más cómoda en el departamento también se ve dificultada por un llamado a la solidaridad: que yo duerma en el lecho más apropiado para mi condición, y que mis amigas puedan eludir el indeseable instante en el que sienten una panza de 6 meses y medio apretándose contra su espalda sólo porque no tengo noción del espacio cuando estoy dormida.
5. Las compras generales del super tienen una fletera menos: yo. Suelo cargar con el papel higiénico (si el paquete no tiene más de 4 rollos), la cajita chica de fósforos y el ticket para dividir gastos.
6. Los souvenirs de supermercado que tanto nos gusta llevarnos a casa me siguen incluyendo igual que antes, sólo que no considero el factor "peso de valija" a la hora de llevarme 2 botellas de cachaza y 3 paquetes de harina para hacer pan de queso. Como resultado, mis compañeras de viaje exigen llevarme la maleta y, a la vez, se entrenan en nuevos insultos que recorran de punta a punta el aeropuerto, hasta encontrar el mostrador de despacho de equipajes.

No podría decirles que viajar con una embarazada sea un negoción, realmente. Lo que sí puedo decirles es que es un negoción viajar con mis compañeras de itinerario carioca cuando una está embarazada. Sólo espero que tengan una frágil memoria y un debilitado sentido del odio.

2 comentarios:

ene dijo...

Vos pensas hacerles repetir la experiencia una proxima vez, pero con tu hijo? No creo que de esa se olviden tus amigas..

DemasiadoListas dijo...

Amigas son las amigas!!!!! y que vivan!!! que vivan!!!!

(M)