sábado, 16 de octubre de 2010

Teléforro

1 hora ininterrumpida durante la que una persona llamó y llamó a mi casa, en forma ininterrumpida, a los dos teléfonos y al celular de mi concubinovio —por lo que se dedujo que el insoportable lo buscaba a él—, me hizo reflexionar en el clímax del mal humor sobre un perfil humano que detesto: el que no maneja la ansiedad en relación con las comunicaciones teléfonicas. Yo también tengo un pésimo manejo de ese aparato, pero porque odio atenderlo, odio hablar mucho tiempo y odio que que me sucedan más de dos llamados en la misma hora. Pero el ansioso telefónico tiene un mal manejo que me desespera, dado que utiliza la vía del acoso y no la de la evasión. Por eso, luego de haber atendido y haber maltratado a otra persona que llamaba por primera vez, pensando que era él, al ansioso que me molestó hoy le dedico dos regalos: 1) el peor fin de semana posible; 2) 5 máximas para que se las tatúe en los glúteos, así por lo menos tiene una actividad para pasar el tiempo entre llamado y llamado: torcerse por completo frente al espejo para leer estos lemas de vida.

Estimado ansioso telefónico: a manera de tarea hogareña, te envío estas meditaciones sobre el modo en que usás tu aparato preferido. Estudialas y recordalas cada vez que marques el número correspondiente a mi línea.

1. Las probabilidades de que alguien que no se encuentra disponible al teléfono, lo esté en los próximos 5 minutos, son bajísimas. Asumilo.
2. La persecución por todos los números posibles sólo genera, en el otro, un pensamiento: "No voy a atender, y reventá con el tubo en la mano". La pena es que ese happy end es tan poco probable como el lema N° 1.
3. El acoso telefónico genera, en los que acompañan al destinatario de este ansioso, un estado de mal humor que se derramará completo sobre su objeto de deseo, al estilo de "¡A ver si atendés a este pelotudo, por favor! ¿Por qué no le das sólo tu número de celular, y no el de casa?"*. Ergo, esta persona no va a querer hablarte por mucho tiempo, debido al mal momento que tuvo que aguantar sin demasiada culpa.
4. Es probable que quien acompaña a tu objeto de deseo atine, en el timbre 178, a atender el teléfono, con las consecuencias previstas: el ansioso, esa única vez, no era el que está del otro lado, y un voluntarioso inocente soporta un ataque de furia que lo remonta a niveles subterráneos de autoestima.
5. Tu actitud, posiblemente, sea uno de los factores por los que tanta gente te tiene en tan baja consideración**. Sumale dignidad a tus comunicaciones, por favor.

Ya sabés: tinta indeleble en las pompis, y que otro se ponga a escribir estas frases salvadoras para tu vida. De nada.

* Testimonio de la vida real.
** Acá surgió la autoayuda de tupperware que tantas frustraciones me causó en el pasado. Todo, por este tipo de sujetos, grrrrr.

3 comentarios:

MaGui (Sí, sí... la misma) dijo...

Llamarte 6 veces desde la cola de la renovación del passport en la policía federal cuenta como acoso telefónico?
Creo que tengo mal manejo de la ansiedad telecomunicacional!

►Piscopata◄ dijo...

creo q nadie maneja el temita de la ansieda, yo soy un desastre
total. me pone nerviosa,histerica
este aparato!
jajaja muy genial el texto
besitos

Laura dijo...

MaG: no, eso es sordera pura de la destinataria! En el subte y con mi aparato guardado dentro del dichoso portatodo, era una misión imposible, ja!
Kaamm: no, realmente, el teléfono nos pone a todos en la contradicción más absoluta, desde lo mucho o desde lo poco. Gracias por pasar!