martes, 7 de septiembre de 2010

Naftalina

Parece bastante sencillo: a qué hora, dónde, y salir. Sin embargo, en una personalidad como la mía, y un estado fuera de estado como el mío, las complicaciones pueden multiplicarse hasta lo insoportable. Salir a un bar bailable, a un boliche-bar, a un bar donde la gente se mueve, como sea que se diga, asume ribetes inexplicables y claramente excluyentes.
Esta situación comienza cuando decidimos, con mi gran amiga Solterita, darnos una noche de dancing. Ella está un poco más integrada a ese tipo de cuestiones —tal como puede evidenciarse en su alias virtual y en su espíritu incorruptible para las salidas—, pero a mí se me van volviendo un tanto ríspidas. Esto fue francamente inocultable en los siguientes 5 momentos de oro que paso a relatar:
1. Elección de ropa: hasta hace algunos años, esta actividad sólo tenía una complicación: qué, de todo lo que tenía, tenía ganas de usar o me ocultaba la panza y/o la cadera inadecuada. Ahora, este interrogante pasó a descubrir en qué lugar del guardarropa hay algo que simule ser nocturno y bolichero. Nada. ¿Lo regalé todo? ¿Nunca lo tuve en verdad? ¿Lo perdí? Solución: ponerse la infalible remera negra que me regaló mi madre y un jean "sentador" que suspenda la exploración infructuosa. Lo mismo que te podés poner a la mañana para ir a una entrevista de trabajo, a la tarde para tomar mate con una amiga, o a la noche a un cumpleaños familiar.
2. Tratamiento de la miopía: calculando que desde los 10 años uso anteojos, llevarlos de fiesta no es un problema para mí. Sin embargo, he de asumir que la cercanía de los 30 hace que los anteojos no me queden interesantes, sino más bien aburridos. Después de todo, para algo tengo los lentes de contacto. Intenté ponérmelos durante 1/2 hora, perdí uno, lo busqué durante 20 minutos y lo encontré adherido al frasco de solución salina, duro como un ojo de vidrio. "La vida te ha hecho miope, terminá de asumirlo", le dije a mi cara, y los anteojos supieron que tenían otra vez trabajo.
3. Llenado de la cartera: teniendo en cuenta que cualquier viaje de más de 1/2 hora demanda una lectura para pasar el rato, es obvio que tengo que llevarme un libro para soportar la llegada al dichoso lugar. Así es que, mientras las ladies de todo el colectivo sólo tenían un regio bolsillo para guardar el gloss, yo me llevé un lindo bolsito que contenía libro (ya mencionado), estuche para los anteojos, alcohol en gel, caramelos, celular, billetera, monedero y una polera que sabe doblarse bien, lo que constituye el siguiente punto de mi derrota.
4. Abrigo: si bien nunca he podido soportar el frío de la madrugada —me fastidia, me da sueño y me desespera—, debo confesar que he aumentando mi reticencia a enfriarme el cuerpecito por no llevar ropa de más. Entonces, visto con la camiseta de mi madre, un pulóver y la campera pero, por las dudas, también llevo la referida polera en la inmensa cartera que elegí para la ocasión. Se podrán imaginar la pirámide textil de Keops que formé cuando decidí empezar a desabrigarme al son de Madonna.
5. Horario: las 4 am es el momento en que la cabeza se me vuelve calabaza. Es así. Intenté flexibilizarme, hacer como que no me doy cuenta de la hora, pero siempre que miro el reloj asumiendo que el ciclo se ha cumplido, son las 3:30. Eso indica que, para mi organismo, lo ideal es ir abrigándose y partiendo hacia la próxima parada de colectivos o hacia el taxi más oportuno. Eso es claramente contraproducente con las teorías que afirman que a esa hora comienza la fiesta. Si es así, yo suelo irme cuando recién están sirviendo las fetas de queso. Y si se pasa el gong, cada minuto le agrega 5 kilos de mala onda a mi apariencia y a mi carácter.

Organismo desoído, mis más sinceras disculpas. Ambos sabemos de nuestro peculiar carácter. Sin embargo, la amistad y el revival lo pueden todo, a veces.

5 comentarios:

Vane dijo...

Coincido en cada punto y agrego un detalle al quinto. No sólo es problemático el horario de regreso, también es incomprensible el momento en que todo empieza. "Nos juntamos a la una", "se pone bueno a las tres", "paso a buscarte a las dos y media". Los comentarios son muchos pero mi respuesta es la misma: "buenas noches, nos vemos otro día".

MaGui (Sí, sí... la misma) dijo...

Por lo general el problema de la ropa lo resuelvo rápido, me pongo (dentro del escaso universo de la ropa que me entra) la que me sea más escotada. Punto superado.
Problemas en la vista? carteras grandes? Abrigarse? antes de las 4 am? Amiga, ya lo he dicho varias veces, sos una señora mayor de 60, atrapada en un cuerpo de menor de 30!!

ene dijo...

Lo de la cartera es como mucho, pero nunca entendí como algunas pueden llevar carteras tan tan chiquititas, ya con las llaves ocupo la mitad del espacio!

Laura dijo...

Vane: el que inventó que todo comienza a las tres no debe salir nunca. Es el enemigo de la salida nocturna de fin de semana, y se ríe de todos los demás.
MaGui: en un cuerpo menor de 28, amiga; en uno de 28.
ene: sí, yo también considero que la cartera es como mucho. Pero es un objetivo de mi vida salir de casa sin muchas cosas que crea necesarias.

Anónimo dijo...

Como se me han reido por llevar carteras bastante grandes con varios abrigos. Pero es que el frio del regreso es despreciable!
Muy buen articulo