Una carnívora social como yo precisa, y mucho, de las verdulerías surtidas y a buen precio. Así es como voy de negocio en negocio, a medida que las búsquedas se profundizan y los precios, en cada emporio, suben. Pasé por la verdulería completa, pero sin precios, que me obligaba a preguntar todo el tiempo "¿Cuánto está el kilo de...?" para organizar mi lista y no dejar un ojo como parte de pago. Luego, anidé en la vegetalería que tenía los precios marcados, pero que a la hora de hacer la cuenta redondeaba hacia el cielo. Así, con el ojo que me quedó —el otro lo dejé en ese confuso lugar—, me fui a otro negocio: en éste, tienen hasta jengibre, mandioca y habas. Pero, también, cuentan con un personaje especial: el verdulero culpógeno.
Debido a mi asiduo contacto con las tarifas vegetales, sé bien cuándo una verdura está fuera de precio y, en consecuencia, hay que esperar que baje. En esas circunstancias, nuestro diálogo es más o menos así:
—¿Tenés espinaca?
—Sí.
—¿Cuánto?
—8 pesos el paquete.
Como ve mi cara de rechazo, agrega:
—Pero es muy abundante.
—Está bien, pero llevo otra cosa.
Él me mira con cara de "qué canuta" y sigue completando mi pedido. Esto sucede con los tomates cherry, con el brócoli, con los brotes de soja y con todo otro vegetal menos frecuente en la cocina que oscila de precio de manera drástica.
Hoy, estaba en un día super loco y le pedí champiñones sin importar cuánto costaran. Es así: a veces no puedo esperar más y saboreo la libertad sin complicaciones en Av. Rivadavia y Mariano Acosta. Pero él me reservaba una sorpresa.
—A ver, no, no tengo más champiñones. Se terminaron.
—Ah, mirá vos. Bueno, no importa.
—Es que traemos pocos por día.
—Claro, no se venden mucho.
—No, no salen últimamente.
—Ajá.
—Es que no todo el mundo puede darse el lujo, hoy, de comprar champiñones.
Su mirada responsabilizadora me hizo sentir la Paris Hilton de Floresta, con todo lo que ello implica. ¡Yo, tan cuidadosa con la inflación verde, comprando un vegetal elitista para preparar un maldito arrocito burgués! No pude menos que decir:
—Es que voy a hacer una comida que lleva ingredientes baratos, por eso compro los champiñones.
Quién lo iba a decir. Hago terapia para salvarme de esos mismos comentarios insidiosos que recuerdo del pasado, para volverlos a encontrar, bien frescos, en la boca del verdulero más amigo que tenía. El fin de un amor.
6 comentarios:
laura la albahaca subio un 800 por ciento segun creo esta a 30 pesos en general todo esta caro pero no queda otra que recorrer complicada la cosa un gran beso
genial el post!!!
Carlos: a partir de tu salvador dato, la albahaca ha quedado olvidada para mí, hasta nuevo aviso. Beso!
Azul: ¡muchas gracias y bienvenida!
El azul, no la azul :P
Hay que hacer terapia para salvarse de las cosas que uno hace/dice frente a comentarios insidiosos!
La respuesta indicada era : "Si señor, hoy me doy el lujo de comprar champignones porque anoche me enfiesté con la Diega y Guillote y me pagaron con verdes!!!" jajaja
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