martes, 26 de enero de 2010

Cocardas

Como a la tarde no se puede trabajar en la computadora de mi estudio, tal el calor agobiante que me ataca apenas traspaso la puerta, me dedico a un placer lobotomizante sobre el que ya he escrito: pispear los programas de chimentos mientras me preparo el almuerzo, mientras estudio o mientras acomodo la casa. En una de esas caídas mentales, sintonicé a Lía Salgado en el 26TV —porque si la hago, la hago bien— que, por supuesto, estaba dando testimonio de los veraneantes indignados por la Hiena Barrios. Dejando a un lado lo terrible de los hechos, vamos a lo que siempre le ha importado a este blog: la bizarrez. Entre todos (yo sola, en enero, no puedo), sumemos:

son turistas que eligieron dilapidar sus ahorros de vacaciones en la abigarrada Mar del Plata
+
hace calor pero están frente a las cámaras de televisión
+
decidieron no ir a la playa para manifestarse en contra del boxeador cuya carrera duró tanto como un rompeportones
+
todos vieron, estuvieron, escucharon y putearon
+
todos desconfían de la justicia pero piden que la justicia no lo saque más de la cárcel
=
caldo de cultivo para disparates

Así, una señora con cara de pájaros espantados dijo, para destacarse entre la multitud que quería hablar sí o sí:
—¡Yo soy abogada!
El cronista chimentero, entusiasmado por la posibilidad de encontrarse con alguien que estudió más de tres meses y con la ropa puesta, viró de inmediato hacia la mujer:
—Muy bien, acá tenemos una abogada. ¿Qué nos quiere decir al respecto?
—Que por qué lo llevaron a esa comisaría y no a la comisaría número blablablá que es la que tiene detenidos o a la unidad blablablá que tiene...

Lía Salgado, condescendiente con los impresentables y dura con los cholulos, interpeló:
—Discúlpeme, pero si quiere hablar como abogada tendrá que decirme su nombre y apellido, su matrícula y blablablá. Si no, no.

La mujer, a quien se le había ido el efecto de las pastillas y se dio cuenta de que se había mandado cualquiera, huyó raudamente en cuanto el periodista acomodó el micrófono y comprendió que tendría que buscar otros locos.
La pregunta es:
¿Desde cuándo los aneuronales que salen en TV presentan títulos para afirmar sus barrabasadas?
Todos sabemos que, si aceptamos esa mala costumbre, el truco de mirar televisión a las 3 de una tarde con intenso calor es que cualquiera diga cualquier cosa, que todos se armen un circo de condecoraciones y que, después de un rato, apaguemos la TV para ir al mundo real con la leve sensación de que siempre es mejor la vida de este lado. Si van a empezar a pedir verdades, enciendo la radio y me aburro con la AM.

No hay comentarios: