son turistas que eligieron dilapidar sus ahorros de vacaciones en la abigarrada Mar del Plata
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hace calor pero están frente a las cámaras de televisión
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decidieron no ir a la playa para manifestarse en contra del boxeador cuya carrera duró tanto como un rompeportones
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todos vieron, estuvieron, escucharon y putearon
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todos desconfían de la justicia pero piden que la justicia no lo saque más de la cárcel
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caldo de cultivo para disparates
Así, una señora con cara de pájaros espantados dijo, para destacarse entre la multitud que quería hablar sí o sí:
—¡Yo soy abogada!
El cronista chimentero, entusiasmado por la posibilidad de encontrarse con alguien que estudió más de tres meses y con la ropa puesta, viró de inmediato hacia la mujer:
—Muy bien, acá tenemos una abogada. ¿Qué nos quiere decir al respecto?
—Que por qué lo llevaron a esa comisaría y no a la comisaría número blablablá que es la que tiene detenidos o a la unidad blablablá que tiene...
Lía Salgado, condescendiente con los impresentables y dura con los cholulos, interpeló:
—Discúlpeme, pero si quiere hablar como abogada tendrá que decirme su nombre y apellido, su matrícula y blablablá. Si no, no.
La mujer, a quien se le había ido el efecto de las pastillas y se dio cuenta de que se había mandado cualquiera, huyó raudamente en cuanto el periodista acomodó el micrófono y comprendió que tendría que buscar otros locos.
La pregunta es:
¿Desde cuándo los aneuronales que salen en TV presentan títulos para afirmar sus barrabasadas?
Todos sabemos que, si aceptamos esa mala costumbre, el truco de mirar televisión a las 3 de una tarde con intenso calor es que cualquiera diga cualquier cosa, que todos se armen un circo de condecoraciones y que, después de un rato, apaguemos la TV para ir al mundo real con la leve sensación de que siempre es mejor la vida de este lado. Si van a empezar a pedir verdades, enciendo la radio y me aburro con la AM.
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