Y sí, cuando no tengo para decir nada, mejor no escribo.
Así han transcurrido estos días.
Y de este modo, también, se configuran mis relaciones personales, que pueden extinguirse por la sola acción de la inercia. Sólo que, a veces, no se entiende mi mensaje de dejadez paulatina y, por eso, subsisten conversaciones como éstas.
—Hola, Laura, ¿cómo estás? Soy ******
Momento! Yo tengo días en los que no reconozco los nombres que me dictan por teléfono. Como es un inconveniente que me da vergüenza, suelo continuar la conversación mientras mi organizador mental (puesto de trabajo cerebral que, en mi caso, es un oxímoron) corre, como un loco, de estantería en estantería neurológica buscando algún archivo que me brinde algo de información, lo que no suele suceder muy pronto o, en ocasiones, no ocurre jamás. Continuemos con la evocación, que se encuentra en un estante próximo a mi memoria, y rebobinemos.
—Hola, Laura, ¿cómo estás? Soy ******
—Aaaahhhh... (...), (...), mmmmh, ¿cómo estás?
—Bien, ¡feliz cumpleaños!
En este momento, mi organizador mental me pega una patada de burro, diciéndome: "¿viste, tarada? No eras vos, y yo aquí trabajando como un zángano. La próxima vez, haceme un encargo en serio o no me llames".
—Ehhh, ¿mi cumpleaños?
—Claro, ¿tu cumpleaños no fue el sábado? ¿No era el 6 de octubre?
—Noooo, el 6 de noviembre.
—Aaaah, vos sabés que tenía anotado que era el 6 de octubre. Es más, le dije a *****, toda la semana, que me hiciera acordar para saludarte. El sábado fui a tu casa para eso, te llamé y te llamé, pero no estabas.
—No te hagas problema, vale la intención.
—Es más: estaba tan pendiente de no olvidarme, que soñé que era tu cumpleaños y que íbamos a tu casa, porque nos invitabas a la fiesta.
El organizador mental se fue y juró no volver. Voy a ser yo la que tome esta última respuesta y la repita para que pensemos todos juntos en el hogar:
—Es más: estaba tan pendiente de no olvidarme, que soñé que era tu cumpleaños y que íbamos a tu casa, porque nos invitabas a la fiesta.
Esta persona tan atenta vive exactamente debajo de mi casa: nuestras puertas forman, casi, un portón.
Además, yo tengo a su gata, o ella nos tiene a nosotros.
¿Es que ni siquiera se puede hacer un festejo de cumpleaños en paz en esta ciudad?
¿Me están presionando con un mes de anticipación?
2 comentarios:
Ayayayayayay!!!! Pero qué linda sugerencia!!! Yo que vos me hago la boluda y listo. Si a esta altura hay q invitar gente de compromiso .....
Vos sabés que de corazón te ofrezco esta solución: vos invitalos/la/lo yo después de 4 o 5 comentarios, les doy todas las razones para irse, casi los convenzo sin que se den cuenta jajaja. Que malo ser la mala ... prometo No hacerlo, pero no es una oferta tentadora?... besos antisociales
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