miércoles, 5 de septiembre de 2007

ChicaBuena

Desde hace algún tiempo, estoy convencidísima de una teoría personal que desarrollo en cada una de las reuniones propicias para ello. Y cada vez estoy más cerca de formar una agrupación feminista, creo, porque en la última cena con amigos, las mujeres presentes me dieron la razón.
Mi razonamiento, bah, mi convicción absoluta, es la siguiente: ser demasiado buena con los padres durante la adolescencia es una de las peores cargas para afrontar el futuro como adulta.
Por supuesto que, si alguna vez tengo un hijo (o una hija) jamás le contaría esto, pero como estoy exenta de soportar críos, sigo pensando en esto. El argumento es más que sencillo: si dejás mucho que desear cuando tenés 15 ó 16 años, el mínimo logro o gesto de docilidad que tengas después será recibido con alegría. En cambio, cuando una es muuuuuuy buena —no se lleva materias, no confronta demasiado, no volvió borracha, no contradijo más de lo vital y necesario—, cualquier decisión posterior, que involucre autonomía y uso de la libertad, siempre estará acompañada de quejas y reconvenciones paternas. Esto quiere decir que, en la adolescencia, si una es "mala" (de acuerdo con una concepción paterna) es rebelde y está aprendiendo a ser grande, pero en la adultez, si una es "mala", es una yegua desagradecida, y se creyó lo que no es. Una verdadera trampa de la familia, aunque sólo sea una de las muchas.

4 comentarios:

Andre dijo...

Ay!!! Cuánta razón tenés!!!! De hehco en terapia el martes pasado hablé algo por el estilo, no era exactamente esto, pero era algo así como que cuando una es buena y no hace bardo ni grita ni patalea ni nada, maleduca a sus padres. Porque claro, eso es lo que debe ser. Por eso cuando una "se revela" un poquito nomás es como si ardiera Troya!!!

Luciano Saracino dijo...

Es que es así y siempre debió ser así: la adolescencia EXISTE para mandar a los padres a la mierda. Luego, en la adultez, eso se troca. O sea; es muy difícil que a los treinta se siga cayendo preso; se siga volviendo borracho a casa; se siga gritándoles cualquier cosa a los padres en la cara. Tan simple como eso: lo que no se hace a determinado momento, se nos vuelve en contra.

Laura dijo...

O sea que voy a caer presa, y borracha, a los treinta? Suena desesperanzador, pero por fin seré una "chica en problemas", como las que salen en las revistas, pero sin su plata y sin su fama, obvio.

Jerry dijo...

No solo pasa en la familia, sino en casi todos los ambitos de la vida.
Con el comportamiento habitual, sin quererlo, uno marca su propio piso y acostumbra a los demas a que esperen de vos, como minimo, ese piso.
Si siempre te portaste bien con tu familia, el dia que hiciste macana, te regañan, se preocupan y te cuestionan las amistades.
Si siempre rendiste al 120% en tu trabajo, el dia que rendis al 100% te llaman la atencion por estar boludeando.
Si siempre te sacaste 10 en los examenes, el dia que te sacas 7 te mandan con la psicopedagoga.
Si cada noche complaces 3 veces a tu pareja, el dia que la complaciste 2 piensa que la estas engañando.
Y siguen los ejemplos...