lunes, 13 de agosto de 2007

Lápices

Estoy en Entre Ríos, caminando a la tarde por la ribera del río y, al atardecer, tras la pesca de unos lápices triangulares, de colores, marca faber, que sólo vi en los "todopordospesos" de Concepción del Uruguay.
Puede sonar estúpido —como casi todo lo que se pueda leer en este blog—, pero los artículos de librería convocan mis más infantiles pasiones. Jovi's, fibras, marcadores, lápices y lapiceras pueblan mi escritorio de trabajo: los pierdo en mis mochilas, los olvido entre las páginas de los libros, me apuñalan cultamente cuando los extravío en la cama y me quedo dormida... En fin: tenemos una relación de amor-odio en la que, como todos los vínculos de este tipo, prima el amor más desgastante y duradero.
Las Lumi, las fibras de plástico blancas con florcitas, los PintaBic, los crayones forrados con papel, los lápices de colores Conté, los de mina negra Faber cuando no venían de Brasil, las lapiceras Inoxcrom, manchados con la viruta de los Jovi's después de sacarles punta. Ese gusto por los útiles nuevos, del primer día de escuela, que vuelvo a recrear cada vez que, para darme ánimo con alguna tarea que evado, me compro un cuaderno o una birome, sólo para tener la excusa de empezar a trabajar.
Así es como tengo libretas y "cosas de librería" siempre perdidas, que representan aquellos planes que comencé con todo gusto, pero que han quedado inconclusos por extravío de sus materiales de trabajo, o inconclusos por extravío en su más amplio sentido.

1 comentario:

c. dijo...

es tan así...
(como otros quisieron hacer guías de viaje yo quise armar un viaje por las papelerías del mundo).