Antes de avisar de tu existencia, Insolada, tendré que armarte.
Porque se ve tan solo este blog, como muy vacío.
En verdad, quiero hacer esta entrada para indicar el día en el que me dí cuenta de que nuestros vecinos quieren ser amigos, y eso es lo que toda la vida intenté evitar. Son muy amables con nosotros, y estamos obligados a retribuirle con atenciones, cenas, saludos, etc., las cenas y deferencias que ellos tienen con nosotros. No obstante, los vecinos son varios y muy celosos: en cuanto se enteren de nuestras atenciones para algunos de ellos, querrán también su parte de regalos. Y esto nos llevará a una cadena de atenciones, regalos, sorpresas y detalles insoportable. Ayer, justo, estaba pensando en una historia de nunca acabar: habitantes de un PH (como nosotros) que dedican sus días a "equilibrar" las atenciones con sus compañeros de pasillo, con el fin de que ninguno se sienta abandonado, pero que las retribuciones a esos detalles les generan un nuevo eslabón, una nueva rueda de delicadezas, y así sucesivamente. Puf, peor que lo que pasa en las familias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario