viernes, 1 de abril de 2011

Tutú

Un nuevo integrante del inventario hogareño ha hecho que me sume a una nueva aventura: un auto en la puerta. Ergo, hay que aprender a manejar cuanto antes, y sacar el registro. ¿Eso implica que se terminan las crónicas de colectivos? De ninguna manera; en principio, porque ni en sueños pretendo acceder al insoportable centro porteño en 4 ruedas —sería agravar la situación irrisoria de 1 persona por cada coche que ocupa mucho lugar en la vía pública. Segundo, porque tardaría mucho tiempo en reducir los inmensos riesgos que ocasiona mi sola presencia frente a un volante que no sea de papel y publicite clases de yoga. No obstante, en mi excursión antropológica por los cursos de manejo, por los comentarios surgidos de la noticia de "tenemos auto", y por las intentonas de conducción automotor por el barrio —con conductores con registro, no quiero multas a través del blog—, pude obtener las siguientes 7 verdades sobre el mundo de los conductores aprendices de autos en la ciudad: 1. El lugar de estacionamiento en la cuadra es sagrado: lo comprobamos cuando, a las 3am, puse en marcha el auto sólo para ver cómo se escuchaba —otra cosa no podía hacer— y de una casa desconocida salió una mujer en piyama para preguntar si nos íbamos, pues así ella podía estacionar su auto ahí mismo. 2. Los tiempos se hacen chicle: aprender, sacar turno para obtener el registro, completar la secuencia de trámites y realizar tu deseado viaje a ¿Brandsen? llevará muchos más meses de lo que pensabas: por lo menos, 9. Un parto. 3. La mayoría de las personas con las que hables aprendieron mediante un curso de manejo: es decir, la opción artesanal de "te enseña un amigo o familiar que sabe" está cada vez más en desuso. 4. La mayoría de las personas que aprendieron mediante un curso de manejo fueron a la prueba sponsoreados y, por eso, aseguran que nadie se fijó demasiado en su performance de examen: ergo, pareciera que la fórmula mágica está en los autos ploteados que dicen "autoacademia". 5. La mayoría de las personas que no aprendieron mediante un curso de manejo te ofrecen la gestión de un "conocido" que, por una módica suma, te otorga un registro sin que vea si conducís un sulky, un karting o el auto de los Picapiedras: ergo, esas personas también tuvieron su fórmula mágica para pasar un examen sin estresarse. Lo que les admiro es la capacidad para salir a la calle sin ese mínimo testeo previo de no-suicidio. 6. Si sumamos los grupos de los puntos 3, 4 y 5, y ese resultado se resta del universo de personas que van a dar una prueba de manejo, lo que queda es la soledad misma: ser la única kamikaze que va con un auto sin publicidad, estudiando desde la casa, y sin un curso comercial de manejo previo. 7. Si tu mundo es la soledad misma, y estás empezando a manejar, mirá por el espejo retrovisor y apartate: lo más seguro es que detrás esté yo, sin curso, sin publicidad en el auto, con amigos y familiares heroicos pidiéndome que preste atención a la maldita loma de burro, distraída/angustiada y con el cambio todavía en primera, todavía preguntándome dónde están los frenos.

1 comentario:

DemasiadoListas dijo...

Vamos! Insolada motorizada!!!!
Me mató el lugar de estacionamiento en la cuadra! Un motivo más para cultivar el resentimiento vecinal!!

(M)