miércoles, 12 de agosto de 2009

Niñera

De más está decirlo, sigo yendo a gimnasia con una devoción satánica, así como me fastidio mucho si pierdo alguna clase y no llego a las 3 semanales reglamentarias. Cuando la catástrofe adviene y sólo puedo asistir a 1 clase en toda la semana, escribo posts innecesarios y de alto contenido emo como el anterior.
Esta semana, que puedo cumplimentar con mis obsesiones en tiempo y forma, me acordé de un personaje de la clase, un estereotipo del gym, que no sólo está en mi gimnasio sino que, con otros cuerpos y otras caras, asola otras instalaciones del mundo entero.
Se trata de la alumna o asistente pegajosa, en un sentido no físico, sino emocional.
No falta a ninguna clase —no porque sea una insufrible como yo, sino porque es el paseo social de cada día—, es joven pero tiene hijos que empezaron la facultad o están trabajando, y no se da cuenta de que es hora de abandonar el rol de madre full time tal como lo venía ejerciendo. Podría pasar al próximo estadío si tuviera nietos, pero para eso le falta. Entonces, ejercita la ficción de lazos familiares con la profesora de gimnasia, oscilando entre actuar como la madre de ella y como la abuela de los hijos de ella, aportando consejos que a nadie le importan, propinando cariños que se rechazan con un escupitajo o pidiendo demostraciones de cercanía muy poco recomendables en un ámbito de sudor colectivo. Como estos perfiles son algo complejos de explicar, aquí van los ejemplos:

—¿Y a la nena la vas a mandar al jardín? Porque yo la noto sociable, como que le gusta estar con chicos.
—¿Estás comiendo bien? Mirá que vos gastás mucha energía, ¿eh?
—¿Cuándo me vas a traer a la nena para que la vea? Debe estar gigante, ¡no te olvides de que venga a la clase a visitarnos!
—Te dije que llamarla a **** le iba a hacer bien, porque está mucho tiempo en la casa, seguro que quiere volver a trabajar después del parto. ¿Viste que hace unos días te aconsejé que la llamaras por teléfono? Seguro se puso re-contenta.
—Sí, ayer hice scones y te traje una bandejita, para que pruebes.
—¡Soy una loca! Voy a tener que hacer los ejercicios con doble peso porque hoy al mediodía me comí un locro que rajaba la tierra.

Es posible que la atención dispensada a la profesora de gimnasia, que sólo quiere noquearla, se dirija esporádicamente a las alumnas-asistentes como ella que, de talante adolescente, parezcan desprotegidas, algo inocentes y dispuestas a escuchar sus recomendaciones maternales de ocasión. Sin embargo, esa infidelidad dura muy poco: enseguida recomienza su misión de salvataje con su mayor objetivo, "porque yo soy mamá y sé lo que se vive".
Una vida por allí, por favor.

2 comentarios:

Andre dijo...

Ma' qué vida ni qué vida....
MÁTENLA!!!!!!!!!!1

Martina dijo...

El gym al que voy hay una igualita.