Sigo encontrando contradicciones y absurdos en el mail de mi respondedor desequilibrado.
No le contesté, y aunque envió otro mail conciliatorio, la historia se termina acá.
Sobre todo, porque este blog trata de lo que yo escribo, y no de lo que él escribe (algo que, justamente, fue el origen de los problemas).
Qué raro e irritante es cuando comprás muchas cosas en el supermercado pero, aun así, cuando querés picotear algo sin cocinar, no hay absolutamente nada. No me rindo, y algo encontraré en la alacena —una lata, un paquete de galletitas, un obsequio de mi madre cuando piensa que no quiero gastar en alimentos— que me reconforte el domingo.
Ayer vinieron a tomar mate mis vecinos, porque tantas cenas postergadas por nosotros ya estaban oliendo a rancio (junto con los ánimos). Parece que se engolosinaron, porque hoy llamaron a la ventana invitándonos a tomar más mates en la vereda. Sí, lo único que me falta es ponerme la musculosa de piqué y sentarme en una silla con el respaldo hacia delante.
La dosificación social, sana y gentil, es un valor en extinción, por lo menos en mi pasillo.
1 comentario:
Tan simple como esto: si vivieses en una puerta cercana a la mía en un PH, seguramente estaría todos los días buscando excusas para ir a hablarte.
Entendelos.
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