viernes, 13 de enero de 2012

Asesoras

A 26 días de mi ingreso en el universo materno, también he cumplido el mismo lapso en no tomarme un colectivo, en no salir a la calle más que para ir al super chino de la vuelta de casa, en no ponerme ropa "para salir", en no hacerme pan casero, ni en abrir el maldito libro al que lo hago perseguirme por la casa desde que llegué de la clínica. Sin embargo, en este día 26 llegó el momento de anunciarme que no, que no soy la reina de la lactancia materna, que el imperio de la leche autogestionada me reservó uno de los peores lugares, y que soy de esas apátridas de las tetas que, frente a su insuficiencia orgánica, no sólo brega por el consabido vínculo madre-hija a través de la succión, sino que completa la relación dejando pipona a su niña con unas buenas cajas de leche maternizada. Herejía o elección sensata, lo cierto es que estas semanas me han enfrentado a la angustia más profunda con todos los sobreeentendidos de la lactancia en los que quedo irremediablemente orsai y todo el mundo daba por supuesto. Así es como nunca hay un consuelo suficiente para la madre con lactancia deficiente, más que el que decirle "¿sabés que? mandale un mamaderón cuando no se llene y sé feliz, que yo hice lo mismo y mirá cómo tengo al/a la pibe/a". Cuando las sugerencias difieren de esta indicación, el desasosiego tarda tres frases en llegar, embutida en una sílaba repetida en todos los aconsejadores: "ah", que define tanto el "no podés" como el "¿no podés?". Cada uno de los ejemplos que daré a continuación fueron pronunciados por varias mujeres queridas de mi círculo, así que no a sentirse interpelada en forma directa que, para sensibilidad susceptible o viceversa, ya estoy yo manipulando a mis hormonas que adelantaron el fin de semana largo de carnaval.

1)  
- El sacaleche es lo mejor: vos lo usás y así ya te garantizás que tome otra mamadera de tu leche. Le ponés, qué sé yo, 60 mililitros y listo.
- No llego ni a 20, y cuando lo hago ella no tiene qué tomar en la media hora siguiente.
- Ah.


2)
- ¿De esa (teta) no hay más? Claro, de ésa te sacaste recién, no?
- No, es así, es una teta deforme y ahora no tiene más que eso.
- Ah.


3)
- ¿Pero viste cómo te duele todo cuando se está acercando la hora de darle de nuevo? Es porque ya está la leche.
- No, a mí no me duele prácticamente nada.
- Ah.


4)
- ¡Mirá cómo toma la mamadera! Claro, en esta toma no le diste pecho, ¿no? Pero mirá que si no te va a  largar la teta y sólo va a querer mamadera.
- No, acabo de darle media hora de teta(s), pero no le alcanza, por lo que vemos.
- Ah.


5) 
- ¿Dormiste mucho? ¿Cancelaste todas las visitas? ¿Estás comiendo bien, buenos almuerzos y buenas cenas? Mirá que eso es vital para que tengas leche.
- No, claramente "no" a ninguno de los tres ítems. De hecho, el segundo consejo es contradictorio con el hecho de que estés ahora en casa tomando mate conmigo, y ya tengo bastante con no salir a la calle como para que encima no tenga que ver a nadie más hasta agosto.
- Ah.

El mundo está lleno de consejos impracticables y de sugerencias que jamás se van a adecuar a una, pero por un extraño proceso de concentración, prácticamente el 70% de todas estas indicaciones están concentradas en la lactancia materna, que a esta altura es tan inasible para mí como el riesgo país o el tema del verano 2012, ése que (como siempre) es brasileño y (como siempre) parece dulce pero en realidad está emitiendo guarangadas en portugués, tal como se puede adivinar por el pasito que lo acompaña. Como todo en estas semanas de tiempo circular, este post se sigue alargando y no tiene un buen final ni un remate, pero como me tengo que ir a fracasar de nuevo en la alimentación de mi hija, los dejo. Que las tetas los acompañen.

lunes, 9 de enero de 2012

Continuidad

3 señales de que mi actitud integral seguirá siendo tan bizarra e inconducente como antes del 18 de diciembre, día en que nació mi hija:

- En medio de la operación que la extrajo, confundí el olor a quemazón del cauterizador de mi propia carne con un interesante aroma a comida, "a calentito", para referirlo textualmente. Bendiciones alucinógenas de la anestesia y de una cesárea el domingo al mediodía.
- Estando internada, llamé al servicio de instalación de aires acondicionados para avisar que no vayan a casa porque si bien habíamos arreglado cita para el 20/12, se me había adelantado la fecha de parto y no iban a encontrar a nadie. Que disculparan.
- Cuando a la madrugada me quedo dormida y en lugar de pasar 3 horas, transcurren 4 antes de volver a darle de comer, le digo entre lágrimas: "hija, tu madre es Courtney Love, perdoná, no va a volver a pasar". Y pasa de nuevo, obvio.
- Ahora, mientras escribo esto y vuelvo al blog después de varias semanas, ella patalea despierta en el puff que está atrás mío. Todavía no me organicé para bañarla en un horario humano, y suelo sacarla a hacer trámites con la ropa con la que durmió, porque mi capacidad para armar una mañana sensata es equivalente a cero.